(Edgar Wilde)
Nadie en un verso se acordó de ti, amigo
pero te yergues majestuoso con tu espiga de oro;
mira que ensalzaron a las flores, al amor, al trigo
y se olvidaron que existes, valioso y rico tesoro.
Si viera el mundo que en tu campo está la vida
y anónimamente nos das la existencia cada día;
si otros se olvidaron, yo por ti toco la lira
para apreciar tu fruto como alma mía.
Arroz, forjador de muchos sueños campesinos
cuantos en tu cementera dejaron su adolescencia;
luchando duramente para abrir los caminos
y dejar un ejemplo de amor a su descendencia.
Arroz, que recibes en tu grano el sudor
de ese obrero marginado por el destino;
muchas veces iletrado, pero no un perdedor
gracias a la bondad del Ser Divino.
(Del libro: POEMAS AL ATARDECER, Versos Libres Sui Géneris)
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