“Otro sol es el sol de Pacasmayo” comienza la canción que, hace algunos años, compuse junto al salsero Beto Villena y al lado de la histórica orquesta Sonora Matancera que, por entonces, él dirigía.
Sin embargo, no quiero ni puedo recordar esa canción. Me lo impide la noticia temible de que, si se termina de construir la planta de residuos tóxicos, el primer puerto en ser envenenado será Pacasmayo. La contaminación de la vida marina se extenderá, en ese caso, desde Pimentel hasta Chimbote, hasta hoy la mayor zona pesquera del Perú.
Como lo denunciaba anteriormente, la empresa española BEFESA está construyendo en Cerro Chilco, a dos kilómetros del mar, un gigantesco basurero de tóxicos provenientes de las explotaciones mineras de Cajamarca, La Libertad y Ancash. Las últimas noticias que vienen desde la zona afectada nos cuentan que el párroco de San Pedro de Lloc, Ronald La Barrera, oficia este domingo una misa para pedirle a Dios que proteja el medio ambiente y la vida. Al día siguiente, el 20 a las tres de la tarde, la población va a movilizarse hasta los alrededores de la planta.
A nuestro pedido, el alcalde provincial Frederihs Buccelli, nos explica que, como evidencia de su mala intención, la transnacional ha hecho gestiones y consultas en otra provincia del departamento, y sólo conseguido el rechazo de las autoridades y de la sociedad. De acuerdo con el burgomaestre, BEFESA tramitó el año pasado un estudio de impacto ambiental “de manera sospechosa e irregular, utilizando a terceros y evadiendo su identidad corporativa ante la autoridad de manera tendenciosa.” Más aún, la municipalidad ha anulado todos los certificados que esta empresa obtuvo irregularmente. Para remate, no se le ha otorgado ninguna licencia de funcionamiento. Por el contrario, se le ha denegado el certificado de compatibilidad de uso.
Pero BEFESA sigue construyendo. De producirse una filtración, en la gigantesca área del basurero tóxico, aquello significará la contaminación de los peces con enfermedades transmisibles al ser humano, entre las cuales figuran el cáncer cerebral así como daños irreversibles en el corazón, el sistema respiratorio y el sistema nervioso. Esos efectos y una posible lluvia ácida tendrían como primer escenario una zona comprendida entre Pimentel y Chimbote.
La municipalidad provincial exige que se detengan las obras. Ha pedido revisión de los actuados y ha cursado quejas ante el Ministerio del Ambiente, la Fiscalía de la Nación, el Ministerio de Salud, la Defensoría del Pueblo y otros órganos jurisdiccionales. De todas esas instituciones, la sociedad civil espera “un dirigente proceder para bloquear la pretensión ilegal.” Al igual, la municipalidad está segura de que los operadores de justicia identificarán y sancionarán a los responsables de los probables actos de corrupción y del evidente atentado contra la salud y la seguridad pública.
A varios poetas peruanos recuerdo cuando, desde aquí lejos, evocó los mares de mi tierra. El primero es Abraham Valdelomar. Después me llegan los versos de Alcides Spelucín: “!Puertos de Dios, tirados como caracoles, sobre la arena parda, por aquí, por allá!… Por fin, nada más en agosto del año pasado, Mirko Lauer, buen poeta, escribió un artículo-El alma de los puertos abandonados-en el que hace un recorrido por las costas del Perú y dice que “Pacasmayo es el más bello de estos puertos, tiene el mejor malecón y se ha mantenido como una pequeña ciudad de cuidadosísimas casonas del siglo XIX, todavía habitadas por familias celosas de su identidad portuaria.”
Todo eso-la poesía incluida-está en peligro. A la constructora BEFESA la están enjuiciando en Andalucía y en México por las decenas de curiosos accidentes que ha producido su búsqueda ávida de dinero y su desprecio infame del medio ambiente y de la vida humana. Si todo esto fuera poco, el alcalde provincial denuncia que también se está poniendo en peligro el gran potencial que esas tierras tienen para la agricultura y la agroindustria. Debe de ser por todo esto que no termino de recordar esa canción que dice “Otro sol es el sol de Pacasmayo.”
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