Por: Ricardo Zañartu Otoya.
En su rostro
moribundo...
ya no existe la
alegría,
porque llora noche y día
su amargura y
triste agonía.
Su cuerpo
cadavérico,
su voz de
ultratumba
y su mirada de horror,
causan un incólume
dolor.
Y su corazón
melancólico
sufre tanta desventura,
que ya está
acostumbrado
a resistir tanta
amargura.
Mil veces le oí
pedir la muerte
y hasta hoy se la han negado,
porque ha sido
destinado
a sufrir en este
mundo de pecado.
Tiene por fortuna ¡
Por tesoro... ¡La
Desgracia... !
por afecto... ¡ El
Desprecio...!
Y por dicha... ¡La
Desdicha... !
Lleva el alma..
Desgarrada
y hecha mil tirones
por el llanto
aterrador
que vierten sus
ojos... ¡Con angustia y estupor!
Sus lágrimas...
¡Sangre viva son!
Y su cuerpo herido
las fluye sin control,
cayendo sus
memorias en las tinieblas del abismo
sin que nadie...
¡Nadie! Le tuviera compasión.
|
Y
arrastrándose...¡Muy débilmente...! por la tierra va,
a buscar su
sustento en un cúmulo de basura que en
su barrio está,
como víbora
vilmente maldecida
que por Dios de
todo quedó desposeída.
Así el
paupérrimo... tendido yace en su duro
lecho,
retorciéndose de
angustia y de dolor,
lamentando
estrepitosamente ¡Gimiendo!
Entre harapos su
triste situación.
Y un día gemirá
tan fuerte y
profundo
que su cuerpo
por mil veces moribundo
dejará de existir y
ya no sufrirá.
Alza sus brazos
trémulos al cielo
pidiendo
misericordia a Dios,
y le tiende la mano
al Poderosos balbuceando
¡Piedad! Para éste
pordiosero... ¡Piedad! Señor.
El rico sin condolerse le miró
y ante sus infortunados ojos,
exquisitos mendrugos de pan
le dio
a un inoportuno can que por allí pasó.
Así su rostro injustamente despreciado
en una inexplicable mueca se desfiguró,
brotando
copos de sangre
de su frente que en la tierra apoyó
Al
unísono; agónico exclamó:
Que ultrajado y miserable soy!
Y escapándose el alma de su cuerpo
convulsionado en medio de gran dolor murió.
(Chepen, 11.Noviembre.1961.
Premiada en los
Primeros Juegos Florales de Chepén)
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario