Por: Carmen “Tatta” Torres Tello
En este día de la Madre quiero saludar a todas las madres del mundo por su dedicada labor que no tiene pausas, ni descanso, ni recreos, ni vacaciones, ni aguinaldos, ni bonificaciones, ni jubilación, ni pensión. Porque esa labor empieza con el primer latido del hijo en su vientre y termina con el último suspiro.
Y es en este día que quiero saludar especialmente a mi mami, que para mí es la mejor mamá del mundo. Porque vive y ha vivido dedicada a su familia, a base de trabajo, de lucha y sacrificio, brindando amor las veinticuatro horas, a nosotros y a todos los que encuentra en su camino.
Razón tenía mi hermano Lalo al llamarla “Super Mary”, porque es luchadora, llena de energía, incansable, siempre dispuesta a hacer todo por los demás, sin pedir nunca nada a cambio. Es noble, generosa, solidaria, abnegada, amorosa, cálida, preocupada por los suyos y por los extraños.
Mi mami es la roca en la que me apoyo, es quien sostiene mis días y mis noches, quien cuida de mí y quien me alienta permanentemente. Es mi cable a tierra, y quien me exige seguir dando de mí cuando el cansancio está a punto de vencerme.
También la hemos llamado “ La Samaritana ”, porque en ella encontraba eco todo el que a ella acudía; nunca dudó en ir a cuidar enfermos, llevando simplemente una frazada, un thermos. Crecimos viendo cómo apoyaba a quien la precisaba.
Yo no me canso de agradecer a Dios por los padres que nos dio a mis hermanos y a mí, porque nos enseñaron con el ejemplo: A amar a Dios, a servir, a compartir, a querer a los que poco o nada tienen, a dar, a luchar, a salir adelante.
Mi mami es dulce, tierna, cariñosa… pero tuvo siempre –y tiene aún- el carácter suficiente para enfrentar los momentos difíciles. Con ella como columna resistimos fuertes vientos y alguna que otra tempestad. Nada la amilanó nunca, nada la detuvo cuando uno de nosotros la necesitaba.
Mi hermano Coco solía molestarnos de niños diciéndonos que él era el hijo predilecto; pero todos sabemos que en el corazón de mami, todos ocupamos el mismo lugar. Nuestra infancia fue dorada y nuestra adolescencia también, porque tuvimos todo el amor del mundo en ese castillo que mami y papi construyeron para nosotros.
Mi mami es un ejemplo de madre, hija, esposa, nuera, amiga… y no es suegra, es mamá Mary también para mis cuñados, porque es una fuente inagotable de amor, de entrega, de bondad, de tolerancia, de luz. Todos cuentan con ella, no tiene horarios, no para nunca, y todo lo comprende, todo lo disculpa, siempre tiene la mano extendida. Siempre lista a escuchar, a reír aunque esté triste, a consolar con su abrazo protector.
Se olvida fácilmente de sí misma y ayuda a todos, como un ángel que nunca nos falla; resuelve problemas, angustias, dolores…está pronta a secar las lágrimas, es el hombro en el que descansan todas las mochilas
Sus enseñanzas nos acompañan por donde vamos y la energía que de ella brota, nos nutre día a día. Su fuerza nos contiene emocionalmente, su sonrisa nos anima en todo momento y su inagotable capacidad de amar nos llena la vida.
Yo sé que nunca le daremos lo que en realidad merece… tendríamos que regalarle un mundo, y sería poco. A Dios gracias, a mi mami le basta con un beso, con un abrazo, con una llamada de sus hijos, con un “te quiero”… Porque mi mami y todas las madres del mundo son seres especiales que nacieron para amar, para dar, para hacer felices a los demás.
Es la misión de toda madre, por eso todas las personas sienten que su madre es la mejor madre del mundo. Y yo no soy la excepción. Feliz Día a todas las Madres.
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