Por: Hugo Reyna Goicochea (http://tierrahermoza.blogspot.com/)
Referirnos a la objetividad e imparcialidad del periodista, o en su sentido amplio, al comunicador social -más propiamente informantes- es hacer alusión, solo a una imagen ideal. En la práctica el hombre de prensa, en sentido inclusivo de género, se involucra dentro de las condiciones de intereses propios, de grupo o para los dueños de los medios de comunicación a quienes sirven, lógicamente, mediante la venta de su producción intelectual, a cambio de un salario y también por el hecho de gozar y mantener cierta ubicación dentro de los estratos y esferas sociales que depara esta actividad.
En este sentido, y tocando el tema, en esta perspectiva, la actividad periodística o de información mayormente, va a desarrollarse en la medida de las motivaciones de carácter económico y autosatisfacciones respecto del protagonismo social, e interés de las empresas periodísticas, en una realidad en la que los medios de comunicación vienen teniendo un acción decisiva para salvaguardar la estabilidad o el desmoronamiento de los regímenes de gobierno en el mundo; es decir, se participa, de uno u otro modo, de ciertas prerrogativas del poder.
Sino recordemos casos de denuncias periodísticas y campañas mediáticas que originaron la caída de gobiernos. Uno de los más sonados fue el de Watergate en los EE.UU, en 1972, que sacó a la luz actos de espionaje y corrupción en el gobierno del expresidente Richard Nixon, en su carrera reeleccionista, pero que por la gravedad de los hechos, denunciados a la luz pública, al final tuvo que dimitir al cargo.
En nuestro caso, no está demás incidir en el manejo y la compra de las líneas editoriales de los medios de comunicación y creación de la prensa chicha, también con fines reeleccionistas, por parte del régimen fujimorista en su intento de perpetuar a su líder en el gobierno. No obstante, un video de su más cercano colaborador Vladimiro Montesinos, comprando conciencias mediante abultados fajos de billetes, difundido a través de la televisión, dejó al descubierto, el nivel altamente sofisticado de la corrupción en nuestro país que involucra a personajes de todos los niveles, que a decir del propio Vladi: “Todo se compra”. No por nada, nuestro país se ubica en expectante lugar del ranking de naciones dónde la corrupción es práctica cotidiana y aparentemente insalvable.
Esto también lo saben y manejan las grandes empresas y los grupos de poder, quienes para mantener o consolidar sus intereses, cuentan con medios de comunicación social propios o simplemente adeptos a los que someten, mediante la inyección de grandes sumas de dinero, eufemísticamente bajo la forma de auspicios o patrocinios de campañas publicitarias. Recordemos el caso de la repatriación, como última carta de los todopoderosos, de Jaimito Bayly, contratado exprofesamente para pulverizar al candidato Ollanta, hoy mandatario, en los pasados comicios electorales; estigmatizando frases como: ¡Madre mía!, ¡Acá todo es válido!.
No es de extrañarse, entonces, a propósito de las movilizaciones sociales y protestas de los cajamarquinos, por la defensa de sus recursos naturales y medio ambiente; que la prensa capitalina y sus principales medios de comunicación, “periodistas y comunicadores sociales”, se lancen a la palestra, cual mastines adiestrados, haciendo causa común, en cerrada defensa del capital; adoptando poses de “especialistas y expertos de la problemática cajamarquina”, así como de entendidos medioambientalistas, prescribiéndonos recetas de cómo es que debemos enrumbar nuestro propio desarrollo y comportamientos colectivos, aunque solo nos conozcan por fotografías e informes de internet. Nos muestran, ante la opinión pública, como incapaces individuos, proclives de manipulación y falta de discernimiento. Claro está que para ello, no tienen sino la consigna de la desinformación y la agudeza de expandir temor, como parte de los sicosociales, de antemano planeados. Bogan por el diálogo, pero alaban y exigen a imponer la fuerza.
Mencionar nombres para qué, solo sería una pérdida de tiempo. En Cajamarca están plenamente identificados y hábilmente caricaturizados. Son los mismos y las mismas de siempre, algunos un poquito gordos, entrados en años, otras con camufladas arrugas y cabello pintado, siempre con sus poses de eruditos y grandes expertos, aunque en la práctica sus informativos y programas contengan grandes dosis de frivolidad. Estuvieron presentes en época de Belaunde, fueron damas de compañía de García, rindieron pleitesía a Fujimori, exaltaron a Paniagua, luego a Toledo y nuevamente a García, fustigaron cruelmente a Ollanta candidato, a quien, hoy lanzan bouquet de encendidas alabanzas, mas por interés que por definida convicción.
Si pues este “cuarto poder” camaleónico: sí que es de temer. En Cajamarca, también tenemos lo propio, pero claro, en menor medida, pero que también hacen daño cuando “juegan su partido”.
En este sentido, y tocando el tema, en esta perspectiva, la actividad periodística o de información mayormente, va a desarrollarse en la medida de las motivaciones de carácter económico y autosatisfacciones respecto del protagonismo social, e interés de las empresas periodísticas, en una realidad en la que los medios de comunicación vienen teniendo un acción decisiva para salvaguardar la estabilidad o el desmoronamiento de los regímenes de gobierno en el mundo; es decir, se participa, de uno u otro modo, de ciertas prerrogativas del poder.
Sino recordemos casos de denuncias periodísticas y campañas mediáticas que originaron la caída de gobiernos. Uno de los más sonados fue el de Watergate en los EE.UU, en 1972, que sacó a la luz actos de espionaje y corrupción en el gobierno del expresidente Richard Nixon, en su carrera reeleccionista, pero que por la gravedad de los hechos, denunciados a la luz pública, al final tuvo que dimitir al cargo.
En nuestro caso, no está demás incidir en el manejo y la compra de las líneas editoriales de los medios de comunicación y creación de la prensa chicha, también con fines reeleccionistas, por parte del régimen fujimorista en su intento de perpetuar a su líder en el gobierno. No obstante, un video de su más cercano colaborador Vladimiro Montesinos, comprando conciencias mediante abultados fajos de billetes, difundido a través de la televisión, dejó al descubierto, el nivel altamente sofisticado de la corrupción en nuestro país que involucra a personajes de todos los niveles, que a decir del propio Vladi: “Todo se compra”. No por nada, nuestro país se ubica en expectante lugar del ranking de naciones dónde la corrupción es práctica cotidiana y aparentemente insalvable.
Esto también lo saben y manejan las grandes empresas y los grupos de poder, quienes para mantener o consolidar sus intereses, cuentan con medios de comunicación social propios o simplemente adeptos a los que someten, mediante la inyección de grandes sumas de dinero, eufemísticamente bajo la forma de auspicios o patrocinios de campañas publicitarias. Recordemos el caso de la repatriación, como última carta de los todopoderosos, de Jaimito Bayly, contratado exprofesamente para pulverizar al candidato Ollanta, hoy mandatario, en los pasados comicios electorales; estigmatizando frases como: ¡Madre mía!, ¡Acá todo es válido!.
No es de extrañarse, entonces, a propósito de las movilizaciones sociales y protestas de los cajamarquinos, por la defensa de sus recursos naturales y medio ambiente; que la prensa capitalina y sus principales medios de comunicación, “periodistas y comunicadores sociales”, se lancen a la palestra, cual mastines adiestrados, haciendo causa común, en cerrada defensa del capital; adoptando poses de “especialistas y expertos de la problemática cajamarquina”, así como de entendidos medioambientalistas, prescribiéndonos recetas de cómo es que debemos enrumbar nuestro propio desarrollo y comportamientos colectivos, aunque solo nos conozcan por fotografías e informes de internet. Nos muestran, ante la opinión pública, como incapaces individuos, proclives de manipulación y falta de discernimiento. Claro está que para ello, no tienen sino la consigna de la desinformación y la agudeza de expandir temor, como parte de los sicosociales, de antemano planeados. Bogan por el diálogo, pero alaban y exigen a imponer la fuerza.
Mencionar nombres para qué, solo sería una pérdida de tiempo. En Cajamarca están plenamente identificados y hábilmente caricaturizados. Son los mismos y las mismas de siempre, algunos un poquito gordos, entrados en años, otras con camufladas arrugas y cabello pintado, siempre con sus poses de eruditos y grandes expertos, aunque en la práctica sus informativos y programas contengan grandes dosis de frivolidad. Estuvieron presentes en época de Belaunde, fueron damas de compañía de García, rindieron pleitesía a Fujimori, exaltaron a Paniagua, luego a Toledo y nuevamente a García, fustigaron cruelmente a Ollanta candidato, a quien, hoy lanzan bouquet de encendidas alabanzas, mas por interés que por definida convicción.
Si pues este “cuarto poder” camaleónico: sí que es de temer. En Cajamarca, también tenemos lo propio, pero claro, en menor medida, pero que también hacen daño cuando “juegan su partido”.
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