Eres parte de una familia y te has desarrollado al interior de ella. Te has preguntado ¿Cuánto de ella existe en mí? Es decir, cuánto de tu personalidad refleja tus vivencias y relaciones familiares. En tu forma de corregir la conducta de los demás, ¿No hay, acaso, un modelo de padre internalizado?; al proteger a un amigo, a tu pareja, ¿No se refleja tus experiencias familiares primarias?
Lógicamente, la familia no es una isla; existen formas muy estrechas de relación entre la sociedad, la familia y la personalidad. Pero te has preguntado, por ejemplo, ¿Cómo se consigue que una creencia religiosa predominante en una sociedad, siga siéndolo en las generaciones subsiguientes? Justamente, porque la familia juega, allí un papel fundamental. Y ello no sólo con relación a la religión, sino también a la moral, los valores, las creencias, las costumbres, hábitos y la ideología en general. La familia es el espejo de lo que ocurre en la sociedad.
La familia en el curso de la historia, ha sido un agente a través del cual la sociedad ha reproducido diversos contenidos y relaciones sociales. Además, es allí donde se inicia nuestro proceso de socialización. En el plano psicológico, podemos destacar, en primera instancia, cómo gracias a la familia se desarrolla un primer sentimiento de pertenencia, un primer marco de referencia para nuestras relaciones con los demás, un primer reconocimiento de nuestro valor como seres humanos, constituyendo los desafíos de hoy en día.
De lo expuesto, se puede entrever la trascendencia de la familia en su doble plano: como reproductora y transformadora de los contenidos y relaciones sociales (relación familia y sociedad); y como agente comprometido en el proceso de formación de la personalidad (relación familia - individuo).
Si partimos de la premisa según el cual, existe una poderosa influencia del comportamiento de los padres sobre las características psicológicas de sus hijos, es lógico suponer que el comportamiento educativo de aquellos sea precisamente una de las principales fuentes de dichas características. Por ello existe tres grandes estilos educativos que predominan en la mayoría de las familias: estilo autoritario, estilo permisivo y el estilo democrático.
Pero es en las relaciones familiares, las más decisivas para el futuro de todo ser humano, donde se inicia el aprendizaje de la comunicación y del encuentro con los demás. Somos como la “plataforma de despegue”. La educación en la comunicación, por y para la socialización, llevada a cabo en el propio ambiente familiar es decisiva y primordial, pues afectará en el futuro a todos los ambientes de convivencia en que haya de desenvolver y realizarse cualquier sujeto: ambientes escolares, lúdicos, culturales, laborales.
La familia ha sido considerada como la paradoja en la que se construyen todos los fundamentos éticos y morales y en donde se forman los seres positivos y negativos que conformamos este conglomerado de seres humanos.
Ha sido considerada como la culpable de las crisis sociales de nuestro tiempo, el nido en el que se desarrollan las patologías sociales, y se le han atribuido las responsabilidades de la recuperación de los supuestos valores perdidos y la estabilidad social, por considerarse el núcleo de la sociedad.
Es el primer ámbito de construcción de la identidad social e individual, en ella se dan los cimientos de la relación e interacción humanas, y para que en ella se construyan los valores es necesario que se constituya en una comunidad de amor.
Fuente: Tesis “Relación de la discriminación y la violencia familiar con el perfil de hostigador sexual del docente varón del nivel secundario de la educación básica regular del distrito de Trujillo - 2009”. Mg. Nicolás Fernández Maco.
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